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ISSN 1989-4163

NUMERO 68 - DICIEMBRE 2015

Ya se Divisa/ por el Oriente el Alba

Ramon Asquerino

 

     

(El adiós del soldado: Anónimo)
en tanto que Rebeca, al aire de Murillo,
desagua su mirada en el brocal de Eliezer. Al espectáculo de un beso te asomas

Eso es un delito, Eva. Haberos conocido a vos es un crimen. Ernesto Mallo, Crimen en el Barrio del Once


***


Ha estado amaneciendo ni se sabe cuántas veces por tu pelo,
 -ansia se despereza tu voluntad perdida-
entre regueros, hilvanes de luces nocturnas,
con las calles mojadas bocarriba,
emitiendo sus últimos charcos
de escalofríos los faroles
de tenues sombras.

Se ha abierto un espacio empapado de abismos
entre tu costado y el mío,
de simas y pan caliente al fuego de tus cejas,
-ese empeño gris que se cuela por la ventana-
sin ruidos, amasando ternuras tus manos,
las que hilvanan la luz crepuscular que se agita
como un delito atento en ámbar
relinchando quejas, en ovillos
de tus dedos.

En tu noche más extranjera,
lejos de los rincones con alas de libros
y café entre jazmines,
con el hundido sopor de tu nombre encima,
ya se divisa por el oriente el alba
de tus ojos
que perdonan a la mañana
 la hora injusta de hacer balance la insensata oscuridad
de tu insomnio.

Y en la hora ciega de los relojes,
cuando las sombras no son más que leve aliento,
vuelan tus pies extraviados de silencio,
vienes acá tan alta como tus pestañas,
pábilo del sueño,
inquietud sonora detrás de las esquinas,
furor perdido de cristales resonando noches,
rechinando fiebres de camas agonizantes
de tus labios.

Pero te me sigues tan viva como en las noches de noviembre:
esa orgía de granadas y membrillos,
de olores a orilla y frutas,
de tierra recién arrancada,
que aún se huele en su dolor de raíz,
por campos arrasados en sal de adiós.

Ya se divisa por el oriente el alba
de este otro día que se me nace a tu cobijo,
ovillado por tus brazos
que interceden, seguros de sí mismos,
en todas las fiebres que me han apartado de este mundo
con un miedo anónimo, rendido entre aquel charco frío de faroles,
sumergido de tiritonas y piel mojada:
calles mojadas bocarriba apurando amaneceres:
Haberos conocido a vos es un crimen,
suspira Agar su agonía.

 

 

 

Rebeca y Eliezer

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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